GLOSARIO
1. Atributo: Cualidad
o característica propia de una persona o una cosa, especialmente algo que es
parte esencial de su naturaleza: la inteligencia y el lenguaje son atributos de
los seres humanos.
Símbolo
que sirve para reconocer a una persona o cosa.
2. Autonomía: en filosofía, psicología y sociología, es la
capacidad de tomar decisiones sin intervención ajena. Teniendo un buen desarrollo
mental y psicológico son características fundamentales para tener un buen
criterio de decisiones.
3. Predisposición: Inclinación o actitud que se tiene ante
una cosa. inclinación especial hacia la realización de algo.
4. Afectuoso: Que
muestra afecto. Amoroso, cariñoso, afable.
5. Alteridad: El
término “alteridad” se aplica al descubrimiento que el “él” hace del “otro”, lo
que hace surgir una amplia gama de imágenes del otro, del “nosotros”, así como
visiones múltiples del “él”. Tales imágenes, más allá de las diferencias,
coinciden todas en ser representaciones más o menos inventadas de personas
antes insospechadas, radicalmente diferentes, que viven en mundos distintos
dentro del mismo universo.
6. Atribución: Se
puede definir una atribución como
a interpretación o explicación que
se hace acerca de las causas, motivos y razones de algún suceso (incluyendo
creencias, actitudes y comportamientos)
ya sea en otros o en el individuo que la hace. Una atribución puede ser,
obviamente, correcta o no.
7.
Infantilizar:
Favorecer
o mantener una mentalidad infantil [en el adulto].
8. Susceptible: Capaz
de recibir modificación o impresión. Se aplica a la persona que se enfada o se
siente ofendida frecuentemente y por cosas poco importantes.
9. Vulnerabilidad: La
vulnerabilidad es la incapacidad de resistencia cuando se presenta un fenómeno
amenazante, o la incapacidad para reponerse después de que ha ocurrido un
desastre. Por ejemplo, las personas que
viven en la planicie son más vulnerables ante las inundaciones que los que
viven en lugares más altos.
10. Impunidad: Falta
de castigo merecido. es una excepción de castigo o escape de la multa que
implica una falta o delito.
11. Sesgo: Orientación
o dirección que toma un asunto, especialmente cuando es desfavorable o hacia un
lado poco adecuado. Torcido, cortado o situado oblicuamente.
12. Subordinación: Dependencia
de una persona o una cosa respecto de otra o de otras, por las que está regida
o a las que está sometida.
SOBRE
LA CATEGORÍA GÉNERO. UNA INTRODUCCIÓN
TEÓRICO- METODOLÓGICA
1.- Los movimientos feministas, exigieron comprender y explicar la condición de subordinación de las mujeres. Las
feministas lanzaron una primera hipótesis: la subordinación que afecta a todas
o casi todas las mujeres es una cuestión de poder. Sería un poder múltiple,
localizado en muy diferentes espacios sociales, que puede incluso no vestirse
con los ropajes de la autoridad, sino con los más nobles sentimientos de
afecto. Ternura y amor.
Los varones de la actualidad
tendrían pocas diferencias con los padres que disponían de la vida y de la
muerte de hijos, esclavos y rebaños. Es
ése el ordenamiento social a destruir para liberar a las mujeres, que sería a
la población femenina lo que el capitalismo a la clase obrera.
La categoría patriarcado
resultó un concepto vacío de contenido, plano desde el punto de vista
histórico, que nombraba algo, pero no trascendía esa operación, de tal vaguedad
que se volvió sinónimo de dominación masculina, pero sin valor explicativo.
Desde el punto de vista político pudo ser útil para la movilización, pero no
resistió la polémica con los críticos del feminismo ni permitió dar cuenta de
los conflictos inmediatos a resolver en la práctica del movimiento.
De manera paralela, un
contingente variado de mujeres académicas en muy diversos países se dieron a
una tarea más pequeña, pero que a la larga resultó más fructífera.
En cabeza de una mujer, se
propuso generar conocimientos sobre las condiciones de vida de las mujeres;
rescatar del pasado y del presente los aportes de las mujeres a la sociedad y
la cultura; hacerlas visibles en la historia, en la creación y en la vida
cotidiana.
Dos posturas diferentes que
han acompañado a la investigación sobre las mujeres: una que centra el objeto
de estudio en las mujeres, es decir, en generar, acumular y revisar información e hipótesis sobre las condiciones
de vida y de trabajo, la creación y la cultura producida por las mujeres. Otra que
privilegiará a la sociedad como generadora de la subordinación de las mujeres.
Para ambas posiciones, construir una teoría es a la vez un proceso largo y
lento, que requiere de información muy abundante.
Se trata de definir el sexo
social, es decir, observar, dimensionar, dar explicaciones coherentes a los
hallazgos acerca de la sociedad dividida en sexos. Las dos posiciones
reconocieron que el problema no era simple, localizado en un nivel, aspecto o
problema.
Las premisas más generales
explícita o implícitamente formuladas sostenían:
a)
La subordinación de las mujeres es producto
de determinadas formas de organización y funcionamiento de las sociedades.
b)
No se avanzará sólo estudiando a las mujeres,
el objeto es más amplio. Requiere de analizar en todos los niveles, ámbitos y
tiempos las relaciones mujer-varón, mujer-mujer, varón-varón.
Rubin (1986) lo define como:
El conjunto de disposiciones
por el que una sociedad transforma la
sexualidad biológica en productos de la actividad humana y en el que se
satisfacen esas necesidades humanas transformadas.
los sistemas de género/sexo son
los conjuntos de prácticas, símbolos, representaciones, normas y valores
sociales que las sociedades elaboran a partir de la diferencia sexual
anátomo-fisiológica y que dan sentido a
la satisfacción de los impulsos sexuales.
2.- Literatura
existente da muestras claras de que las cosas no son sencillas en esta materia.
Muchas/os autoras/es
sustituyen sin más la palabra sexo por género, en un proceso muy entendible
(aunque no exento de frivolidad) una vez que este último concepto se extiende y
se pone de moda. Por ejemplo, en los estudios de tipo macrosocial, -en la
demografía, del mercado de trabajo, la educación, el comportamiento político, etc.:
a la desagregación por sexo se le llama género, pero no se llena de contenido
la categoría, ni se explicita a qué hace referencia. El comportamiento diferente
entre uno y otro sexo se analiza e interpreta como valores distintos de una misma
variable independiente, pero no se le da el contenido de una construcción
social compleja, más allá de la diferencia sexual anatomofisiológica.
La categoría género es algo
más y requiere de dar espacio a la búsqueda de sentido del comportamiento de
varones y mujeres como seres socialmente sexuados. En la literatura sobre la
condición de las mujeres que conozco, yo distingo tres perspectivas u
orientaciones teóricas distintas. Una primera es la denominada "las relaciones
sociales de sexo", que privilegia la división social del trabajo como
núcleo motor de la desigualdad.
Entre quienes estudian la
diferenciación desde el género, están -por una parte- las autoras y autores que
lo conciben como un sistema jerarquizado de status o prestigio social. La
autora más conocida es Nancy Chodorow (1978) a partir de su estudio de la
maternidad. Otra perspectiva considera los sistemas de género como sistemas de
poder, resultado de un conflicto social. Las jerarquías sociales entre los
géneros responden más que a prestigio, a resoluciones del conflicto
desfavorables hasta ahora para las mujeres frente a los varones.
Última perspectiva que abre
más posibilidades para el análisis de los géneros. Para
una mejor comprensión, debemos volver a las diferencias anátomo fisiológicas de
los cuerpos humanos. Varones y mujeres tenemos la capacidad desde muy temprano
en la vida de producir con el cuerpo. Varones y mujeres tenemos la posibilidad
de producir placer en el cuerpo del otro/a. Pero sólo las mujeres tenemos un
cuerpo que produce otro cuerpo.
Todo grupo humano que
pretenda sobrevivir, debe asegurarse la existencia de un cierto número de
mujeres púberes que puedan reproducirlo.
Aclaremos: no es que el cuerpo femenino como entidad biológica tenga poder; son
las sociedades las que le otorgan poder.
¿Quién o quiénes tienen las
preferencias en el acceso sexual? ¿quién o quiénes pueden tener con ella o ellas
relaciones sexuales?
Controlar el cuerpo de las
mujeres lleva a dirigir el trabajo de las mujeres, de manera de no dejar
capacidad que se escape. Como se puede ver se habla de control y no de
eliminación del cuerpo. Las capacidades de reproducción, de acceso sexual y de
trabajo no pueden ser extirpadas a las mujeres, porque si lo fueran
desaparecerían y dejarían de cumplir las funciones de sus cuerpos.
En la especie humana, el relacionamiento
sexual no es sólo un intercambio químico que asegura la reproducción de la
especie. Mucho más allá, la sexualidad es el conjunto de las maneras muy
diversas en que las personas se relacionan como
seres sexuados con otros seres también sexuados, en intercambios que
como todo lo humano, son acciones y
prácticas cargadas de sentido.
4.- Consecuencias
metodológicas en las ciencias sociales. En primer lugar, que no existe la
mujer, como tantas veces se ha dicho, ni tampoco el varón (o el hombre).
Existen mujeres y varones en diferentes situaciones sociales y culturales que
es necesario explicitar.
Es particularmente
importante la o las etapas en que las mujeres y los varones gozan de la
plenitud de la capacidad de reproducirse, puesto que a partir de su conocimiento
se pueden captar los elementos claves de las relaciones prevalecientes en el
sistema de género, de las maneras en que se ejerce el poder, de las
representaciones imaginarias que lo justifican. En nuestras sociedades son las
figuras de madre, esposa y ama de casa para las mujeres y las de jefe de
familia y sostén económico principal del hogar, padre y esposo desde donde es
posible partir para estudiar el núcleo de las relaciones de género.
Un segundo ámbito o contexto
a delimitar lo constituye la organización de la vida familiar y doméstica,
espacio privilegiado de las mujeres e identificado en nuestras sociedades
como el lugar de la subordinación femenina. Es necesario
distinguir las diferentes posiciones que ocupan las mujeres y los varones y los
papeles que cumplen a lo largo del ciclo de vida de las unidades domésticas y
las familias.
En América Latina y en
general en sociedades plurales desde el punto de vista racial, es necesario dar
cuenta del contexto étnico-cultural, bajo el supuesto que los géneros se
construyen de manera distinta en cada uno de ellos. Muy escasos
son en cambio los estudios sobre el relacionamiento interracial-intergénero y
más concretamente las relaciones varón-mujer, varón-varón y mujer-mujer entre
personas de razas, etnias y culturas distintas.
Desde la perspectiva de las
clases, se había puesto de manifiesto desde los inicios mismos de los
movimientos feministas y los estudios sobre las mujeres en América Latina, las relaciones
desiguales entre mujeres que tienen lugar en el servicio doméstico. Pero al
ponerse en descubierto las tramas de relaciones sociales en función del
parentesco y en los ámbitos familiar y doméstico, es decir, en mujeres que
comparten la misma posición de clase -e incluso entre quienes comparten
subordinaciones de clase y de raza-, se advierte que la subordinación y la condición
femenina se redefine a lo largo del ciclo de vida, y que algunas mujeres pueden
gozar de poder sobre otras mujeres.
5.- Teórica y empíricamente, la perspectiva del género como conflicto
remite a analizar:
a) Los sistemas de
parentesco, es decir, las normas y formas del matrimonio, la filiación y la
herencia, como lo ha indicado Rubin. Es decir, las tramas de relaciones que
orientan las lealtades y solidaridades más elementales entre las personas de
sexos y generaciones distintas, incluyendo el tabú del incesto y las normas
legales que reglamentan el relacionamiento intra e interfamiliar, así como los conflictos
y sus resoluciones en dichos ámbitos.
b) En los ámbitos domésticos
como en el mercado de trabajo y en otras esferas de la sociabilidad, es
necesario analizar la división social del trabajo según los géneros y las
dinámicas particulares de la misma. El control sobre la capacidad de trabajo de
las mujeres, si bien es uno de los elementos centrales en el sometimiento del
cuerpo femenino, no es el único, porque no es el que hace a la especificidad de
la diferencia sexual, como bien lo observó Rubin.
c) El sistema de géneros es
un sistema de poder, es necesario dirigir la mirada a las definiciones de
persona y de ciudadanía en tanto sujetos de derechos y responsabilidades, a las
formas y contenidos de la participación en la esfera pública, al Estado, el
sistema político (y de partidos) y a la cultura política.
d) El análisis de los
sistemas de género remite a considerar la subjetividad de los distintos actores
en el sistema, las formas como se estructura el
psiquismo y se constituyen los sujetos y objetos de deseo.
6.- La sociedad dividida en géneros tiene algunas consecuencias
metodológicas. Por un lado exige recoger y analizar la información a partir
del variable sexo, en la medida en que éste es el referente empírico más
cercano e inmediato de observar.
En segundo lugar, es
necesario estudiar los ámbitos sociales donde interactúan las personas en
función de géneros distintos, los espacios de evidente predominio y exclusividad
de cada uno de ellos, pero también aquellas esferas de la sociedad aparentemente
nuestras.
En la filosofía, las mujeres
dedicadas a la epistemología se preguntan acerca de la neutralidad de género de
las ciencias físico-naturales y en particular de las biológicas, no sólo por el
lugar marginal que las mujeres ocupan en la investigación y en las burocracias respectivas,
sino porque el sesgo de algunos de los resultados de las investigaciones son consecuencia
de la construcción de los objetos de estudio, la manipulación de los datos y de
las interpretaciones de los mismos.
En tercer lugar, hay que
destacar que para comprender y explicar los sistemas de género no basta con
conocer los ámbitos donde mayoritariamente varones y mujeres se expresan e
interactúan. Se requiere también de conocer las colas de las distribuciones y
esas zonas oscuras y límites de la sociabilidad, sobre las que da miedo y
produce dolor pensar.
7.- Otras precisiones. Por una parte, como sistema de poder que busca
controlar el cuerpo y algunas de sus capacidades, estamos en presencia de
relaciones inestables e inseguras. Recordemos la célebre frase de Foucault: "el
poder se ejerce, no se posee. No se guarda en una cajita" ni en un closet.
De ahí entonces que los
lugares de control sobre las mujeres -en
nuestras sociedades el desempeño de los papeles de las madres-esposas-amas de
casa- sean también espacios de poder de las mujeres: el reproductivo, el acceso
al cuerpo y la seducción, la organización de la vida doméstica.
Las mujeres pueden tener hijos que no sean del marido, o de plano
negarse a tenerlo, embarazarse en situaciones inoportunas, relacionarse
sexualmente con otras y otros, seducir para muy diversos fines, negarse a
trabajar en el hogar e impedir la sobrevivencia de sus integrantes, incluidos
los/as bebes/as recién nacidos/as, etcétera.
Justamente esa inestabilidad
es lo que ha llevado a resolver el conflicto mediante una estructuración del
sistema extremadamente poderosa. Porque no hay que perder de vista que el
sistema de género incluye también la cooperación entre personas de sexos distintos.
8. El género es una forma de la desigualdad social, de las distancias y jerarquías. Desde el inicio de la
investigación sobre las mujeres y los géneros se ha planteado la articulación
género-clase, incuestionable por lo demás en América Latina. El notable
incremento de las mujeres unidas, con hijos menores, en actividades asalariadas
intensivas de mano de obra ha llevado a hipotetizar sobre la articulación
género-clase.
Pero ya Kate Millet lo
señalaba en su trabajo de 1975 y la
investigación lo ha puesto de manifiesto una y otra vez que la cuestión es más
compleja, puesto que son las distancias de clase, de género, étnicas y raciales
y de generación las que se intersectan y articulan unas con las otras.
En América Latina, las
respuestas posibles son cruciales para entender la estructuración y la dinámica
de nuestras sociedades: una dominación capitalista cada vez más concentrada y
excluyente, el machismo devastador, la discriminación racial a grupos y
personas no blancas o en proceso de emblanquecimiento, la marginación de las personas
en etapas no adultas de la vida.
Metodológicamente nos obliga
a continuar en la línea seguida en la investigación sobre las mujeres que
consiste en acotar y contextualizar los sujetos en estudio. Pero cada vez se
vuelve más imprescindible conocer a los dominadores: cómo los varones viven y
se imaginan que son las relaciones de género. AL fin de cuentas no hay que
perder de vista que toda esta dimensión de las sociedades se constituyó en
objeto de estudio y logró avanzar, porque las mujeres pudieron hablar con otras
mujeres sobre cuestiones en las que había un marco de referencia común. Y por
lo tanto, sensibilidad para plantear hipótesis, preguntas y comenzar a entender
el sentido de las respuestas.
9.- El problema del patriarcado. Como se puede ver en una revisión de
la bibliografía existente, la categoría género sustituyó en el análisis y en el
discurso político sobre la condición de
las mujeres al concepto de patriarcado. Sin embargo, en los últimos
cinco años, se vuelve a ver con insistencia la reaparición del concepto. ¿Qué
ha pasado? Por lo que conozco, han habido dos líneas académicas diferentes: una
proveniente de la etnología, la arqueología, la etnohistoria y el análisis de los
mitos y de textos literarios muy antiguos, la otra proviene de una lectura
crítica de los clásicos de la ciencia política.
Mediante la primera se
vuelve a la prehistoria y a la crítica a la historiografía dominante acerca de
períodos muy antiguos. La dominación masculina y concretamente las
sociedades patriarcales son producto de un largo proceso llevado a cabo en las
sociedades neolíticas: el descubrimiento del papel del varón en la gestación,
el aumento de la productividad del trabajo que permitió la acumulación de
cereales, la sedentarización, el empleo generalizado de los metales y la posibilidad,
de producir armas (es decir, de hacer la guerra) serían los elementos principales
que llevaron a la organización de la
dominación con base masculina.
En la segunda vertiente
ubico las investigaciones de la politóloga australiana Carole Pateman (1988,
1990) quien aI analizar críticamente el pensamiento de los contractualistas de
los siglos XVII a XIX señala que la propuesta de cambio (que al final triunfó
en las sociedades burguesas instaurando el orden que hoy día nos rige)
sustituye la dominación del padre de familia -amo de siervos, hijos y
haciendas-, por la de los hijos, hermanos varones. Por ambas líneas de
conocimiento y reflexión, es posible entonces pensar la dominación masculina
con un comienzo en el tiempo, impreciso
y vago, pero que permite desligar la subordinación de las mujeres de la
evolución "natural" de la humanidad, y entenderla como un proceso
histórico de resolución de conflictos.
Hubo un período de la
historia que fue patriarcal, pero ni siempre ni en todas las sociedades el
patriarcado se expresó y se ejerció de la misma manera. Otra cosa es el machismo,
forma de organización social y de
ejercicio del poder de dominación masculina.
10.- Como apreciar, comprender y explicar la estructura y la dinámica de los
sistemas de géneros. No se trata de rellenar una teoría, como en un momento
ingenuamente se pudo sostener en particular en el ámbito de las mujeres marxistas.
Tampoco se pudo efectuar el parricidio propuesto en los inicios del movimiento
feminista.
Es un rompecabezas que se
forma con innumerables piezas pequeñitas, que se arman parcialmente y se
vuelven a desarmar y rearmar ante cada hipótesis y cada dato consistente y que
arroja nueva luz al respecto. Las discusiones y las carencias señaladas por las
feministas de los sesenta, dieron origen a una perspectiva de análisis social
que ha permitido ordenar observaciones, plantear hipótesis, analizar informaciones muy dispersas
y diversas.
No basta repetir que ni
Platón ni Aristóteles ni Kant tuvieron en cuenta la diferencia sexual, la
sexualidad y la reproducción y que pensaron lo humano como masculino. Por otra
parte, la vitalidad de la propuesta del género radica en que ha permitido seguir
líneas diferentes de investigación, basadas en última instancia en opciones
teórico- metodológicas distintas.
Se trata pues de un campo
abierto al debate, en el que las diversas perspectivas deberán confrontarse en
su coherencia intema, en su capacidad de explicación y en las posibilidades que
abren a la acción y la transformación de las sociedades y de las probabilidades
de vida de las mujeres y los varones.
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